Como parte de este proceso “el capital desató varias transformaciones en el propio proceso productivo, por medio de la constitución de las formas de acumulación flexible, del downsizing, de las formas de gestión organizacional, de avance tecnológico, de los modelos alternativos al binomio taylorismo-fordismo, entre los que se destaca especialmente el “toyotismo” o el modelo japonés”
Nos acercamos a esta noción a partir de lo que Hoehn llama la visión antropológica del neoliberalismo, en donde “la estabilidad de este "orden espontáneo" depende del sometimiento bajo ciertas normas culturales de conducta que enmarcan el espacio para el actuar individual: propiedad privada, libertad de contrato, igualdad formal ante la ley, honestidad y austeridad”.
Trabajo y Sociedad como mecanismo de construcción de biografías laborales disciplinadas.
Con este proceso, la construcción de la “cuestión social”, se desplazó directamente de los vínculos de integración que estaban dados por el trabajo, a su problematización por medio de las características precarias que configuraban un escenario de exclusión social, desde dos fenómenos:
1) una exclusión del mercado laboral;
y 2) una exclusión social derivadas de las condiciones mismas del trabajo, donde se destaca el desempleo y el subempleo como fenómenos estructurales el estado gestiona los problemas del mercado y la modernización.
Este proceso se extendió como forma política de gubernamentalidad durante las últimas tres décadas. La relación interpuesta entre los debates de modernización de la economía, sentados en lógicas de restructuración productiva y la restitución de la tasa de ganancia, el sufrimiento de las consecuencias de las estrategias de inmigración y deslocalización de la producción en los 60’ y 70’ (Harvey 2009) impusieron nuevas dinámicas a los mercados del trabajo, generando un proceso de ampliación de las bases de la precarización social, lo cual implicó nuevas formas de producción de lo colectivo y lo individual: un proceso de des-colectivización y re-individualización de las relaciones sociales.
Creemos que hasta aquí son formulables y desarrollables dos tesis principales con respecto al debate de la precariedad en América Latina que intentan alentar la crítica a nociones estacionistasy situacionistasde la precariedad laboral, dando cuenta delas particularidades de éste fenómeno en su expresión histórica y espacial:
1. La precariedad laboral como síntoma de nostalgia.
Existe una mirada en retrospectiva a través del enfoque y proyecto de la modernidad en Europa, que al observar las relaciones laborales, narra la precariedad desde una perspectiva fetichista del estado de bienestar, ante la dificultad estructural del capitalismo de asegurar el “pleno empleo”, donde este último era entendido como una condición de trabajo sólida, con salarios importantes o relativamente importantes y sobre todo con derechos sociales y protección social
2. La precariedad laboral como síntoma de repetición frustrada.
Las condiciones de especialidad, en donde emerge la precariedadcomo fenómeno, donde ésta se posiciona en la estructura de los mercados laborales, y en donde se comienza a debatir, está marcada por Rosa que señala que en “la modernidad tardía, las ocupaciones ya no se extienden más por toda la vida laboral: los trabajos cambian a un ritmo más rápido que las generaciones”.
En esta dirección es que la preocupación de parte de las políticas estatales en materia laboral de asegurar un “trabajo decente” o un “trabajo digno” no se condice con los cambios sustentados en la desregulación de las relaciones laborales en las décadas anteriores y en las bases del régimen salarial del modelo de producción neoliberal, sino que más bien consolida un régimen de exclusión social.
En este modelo el estado jugaba el rol de “concentrarse en generar la aceptación de la reducción de sueldos, de los estándares de vida y de la cesantía remanente.
Los medios para cumplir con este objetivo alcanzan desde criterios estadísticos más restrictivos para medir la cesantía o su franca falsificación si fuese necesario, generar la aceptación acrítica del discurso ideológico dominante (hegemónico) hasta el énfasis en valores extra económicos como la familia, lapatria, etc.”
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