Es evidente que la estrategia política de Alberto Fernández con el grupo de multimedios liderado por Clarín para que pudiera gobernar sin ser hostigado hasta el cansancio parece llegar a su fin.
Pasados los primeros 6 meses de gobierno el presidente argentino se ha convencido que, con ciertos sectores del establishment político-económico argentino no se puede llegar a compromisos de solidaridad y justicia social con la consiguiente política redistributiva del ingreso.
La atomización de la riqueza exige sacrificios de una sola parte. Para que la balanza se pueda inclinar de la otra. La historia con sus enseñanzas y lecciones lo ha siempre demostrado.
El "affaire Vicentin" se parece mucho a un globo de ensayo.
Las expropiaciones estatales han tenido siempre lugar luego de un proceso bastante largo de tratativas, negociados, corruptelas y todo lo que el imaginario popular quiera meter dentro de esa enorme olla a presión que es la política argentina.
Que la expropiación de Vicentin se lleve a cabo solo 6 meses después de haber sido declarada oficialmente la cesación de pagos no deja de llamar la atención.
Una intención manifiesta.
Por un lado es notoria y evidente la intención del grupo Vicentin de seguir manejando los hilos de su imperio económico, con toda la secuela de corrupción y fraudes que lo ha caracterizado. Y la convocatoria de acreedores no sería sino un eslabón intermedio
Con el acceso a sistemas de crédito que desafían la sensatez (decir la honestidad sería demasiado) de cualquier funcionario.
Y con un destino de los fondos absolutamente incierto.
La intención estatal.
Más que la estatización de una empresa privada la intención presidencial parecería la de establecer una pulseada para ver de que lado tiran los distintos grupos y movimientos políticos y económicos del país.
Las PyMes parecen avalar la medida impulsada por Fernández. Una parte de la UIA, como no podía ser de otra manera, apela a la "venezuelización" del término para enfatizar una situación que no solo no es real sino que es asimismo injusta y peyorativa del país hermano.
Tal vez lo sorprendente sea la otra parte de la UIA que no se atreve a criticar abiertamente al presidente y propone una via conciliatoria de diálogo, encabezada por el propio Cabrales. Uno de los más ardientes sostenedores macristas.
Una estrategia peligrosa.
Es una de las pocas veces en la historia en que un gobierno popular en vez de desangrarse en luchas intestinas trata de hacerse fuerte sobre la base de la estrategia y la inteligencia para gobernar.
Y los dos Fernández lo saben. No es poco.
Creo que fue un globo de ensayo que al gobierno argentino le explotó entre las manos.
ResponderEliminarEs esa también mi opinión. Creo que fue una pulseada y el ganador o los ganadores están a la vista.
EliminarEn Argentina gobernar con intereses contrarios a los grupos concentrados de poder es muy difícil.