Ascender a la Puna salteña es una de las experiencias más impresionantes del norte argentino, razón por la cual el Circuito Andino que nace en la ciudad de Salta y trepa por la Ruta Nacional Nº 51, a través de quebradas serpenteantes, ruinas arqueológicas y paisa-jes de gran belleza, es uno de los preferidos por el turismo de la provincia.
Salares, tierra y cielo se combinan en esta región remota haciendo de su apariencia un atractivo irrechazable. Las tradiciones culturales de los lugareños sazonan con su experiencia de vida esta agradable opción turística.
En la inmensidad de este altiplano, ubicado a más de 4.000 m.s.n.m, se encuentran picos con nieves eternas, negros volcanes, extensos mares de sal, lagunas repletas de flamencos y vicuñas que se mimetizan en el paisaje desértico.
Localidades como San Antonio de los Cobres y Tolar Grande aún conservan costumbres ancestrales.
Y es al famoso viaducto «La Polvorilla», a pocos kilómetros de San Antonio de los Cobres, donde llega con su recorrido el Tren a las Nubes, icono turístico no sólo de la provincia sino también del país (ver recuadro).
San Antonio de los Cobres.
Importante poblado del Circuito Andino, el pequeño San Antonio de los Cobres persiste en el extremo noroeste de la provincia de Salta, posicionándose como el centro urbano más elevado de todo el país.
Se trata de un típico pueblo de la Puna salteña, el cual debe su reconocimiento a la condición de parada del mencionado Tren a las Nubes, que viniendo desde la capital provincial llega hasta el Viaducto La Polvorilla.
Para el hombre, la Puna es un ambiente hostil: la altura es sinónimo de baja presión atmosférica y por tanto de menor cantidad de oxígeno en el aire. No obstante, la atracción de los Cobres compensa de sobra el apunamiento o soroche, como se le llama en la zona. El pueblo se ofrece con todo su esplendor de leyenda y riqueza mineral, en tanto la fisonomía indígena atrapa con su arquitectura sencilla y el paisaje circundante asombra al visitante.
Frío y ventoso, asentado en el centro de un valle agreste, en la parte más baja de la espectacular Quebrada del Toro, y junto al río que repite su nombre, San Antonio de los Cobres permite contemplar el magnífico Nevado de Acay, así como acceder al destacable yacimiento arqueológico de Tastil.
El novedoso Museo Étnico Arqueológico y las fuentes termales de Pompeya e Incachuli se suman a la lista de atractivos de este poblado salteño sin agotar sus bellezas y posibilidades.
Tolar Grande.
Inmerso en el deslumbrante desierto puneño, Tolar Grande permite descubrir una incomparable vista panorámica del Volcán Llullaillaco, además de un atrapante ojo de mar, salares y paisajes de fantasía.
En esta región de los Andes se puede ascender a numerosos volcanes y cumbres de más de 5000 m, venerados como dioses por los incas y convertidos por ellos en santuarios. Tolar Grande es reconocido como portal de ingreso al Salar de Arizaro. En sus alrededores, el atractivo lo constituyen los sitios de interés natural, geológico, cultural y arqueológico; en tanto que también conserva parte importante del pasado prehispánico.
La Poma.
Erigido a la vera de un camino poco conocido, tras haber alcanzado el Abra del Acay por la mística Ruta Nacional Nº 40, el poblado de La Poma cautiva las miradas con su notable belleza arquitectónica. Seductor y misterioso, aparece en la propuesta salteña como punto de partida hacia El Puente del Diablo y Los Graneros Incaicos. Este tramo del Circuito Andino es recomendable transitarlo en vehículos 4x4.
Campo Quijano.
Pueblo tradicional del Valle de Lerma, Campo Quijano es conocido como el portal de los Andes por ser la puerta de acceso a la Ruta Nacional Nº 51 que va hacia la Puna. Conserva en su territorio numerosos atractivos entre los que destacan el dique Las Lomitas; el paisaje que dibuja el río Arenales en El Encón; el monumento al Ing. Maury; la Quebrada del Toro; la parroquia Santiago Apóstol; el camping municipal y la espléndida Feria Artesanal que cada fin de semana se despliega en la plaza Martín Fierro ofreciendo trabajos en hierro, cardón, madera, lana, además de dulces regionales y comidas típicas.
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Salares, tierra y cielo se combinan en esta región remota haciendo de su apariencia un atractivo irrechazable. Las tradiciones culturales de los lugareños sazonan con su experiencia de vida esta agradable opción turística.
En la inmensidad de este altiplano, ubicado a más de 4.000 m.s.n.m, se encuentran picos con nieves eternas, negros volcanes, extensos mares de sal, lagunas repletas de flamencos y vicuñas que se mimetizan en el paisaje desértico.
Localidades como San Antonio de los Cobres y Tolar Grande aún conservan costumbres ancestrales.
Y es al famoso viaducto «La Polvorilla», a pocos kilómetros de San Antonio de los Cobres, donde llega con su recorrido el Tren a las Nubes, icono turístico no sólo de la provincia sino también del país (ver recuadro).
San Antonio de los Cobres.
Se trata de un típico pueblo de la Puna salteña, el cual debe su reconocimiento a la condición de parada del mencionado Tren a las Nubes, que viniendo desde la capital provincial llega hasta el Viaducto La Polvorilla.
Para el hombre, la Puna es un ambiente hostil: la altura es sinónimo de baja presión atmosférica y por tanto de menor cantidad de oxígeno en el aire. No obstante, la atracción de los Cobres compensa de sobra el apunamiento o soroche, como se le llama en la zona. El pueblo se ofrece con todo su esplendor de leyenda y riqueza mineral, en tanto la fisonomía indígena atrapa con su arquitectura sencilla y el paisaje circundante asombra al visitante.
Frío y ventoso, asentado en el centro de un valle agreste, en la parte más baja de la espectacular Quebrada del Toro, y junto al río que repite su nombre, San Antonio de los Cobres permite contemplar el magnífico Nevado de Acay, así como acceder al destacable yacimiento arqueológico de Tastil.
El novedoso Museo Étnico Arqueológico y las fuentes termales de Pompeya e Incachuli se suman a la lista de atractivos de este poblado salteño sin agotar sus bellezas y posibilidades.
Tolar Grande.
Inmerso en el deslumbrante desierto puneño, Tolar Grande permite descubrir una incomparable vista panorámica del Volcán Llullaillaco, además de un atrapante ojo de mar, salares y paisajes de fantasía.
En esta región de los Andes se puede ascender a numerosos volcanes y cumbres de más de 5000 m, venerados como dioses por los incas y convertidos por ellos en santuarios. Tolar Grande es reconocido como portal de ingreso al Salar de Arizaro. En sus alrededores, el atractivo lo constituyen los sitios de interés natural, geológico, cultural y arqueológico; en tanto que también conserva parte importante del pasado prehispánico.
La Poma.
Campo Quijano.
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Como me gustaría volver a Argentina y visitar el norte!!! Estuve 2semanas en BAr pero me quedé con las ganas de viajar por el país!! Gran artículo
ResponderEliminarEl Norte es muy particular Luisa, tiene una belleza toda suya en la semplicidad de la gente y su cordialidad. Desgraciadamente las distancias en Argentina son muy grandes y eso dificulta los traslados. Gracias por comentar. Saludos.
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