El impacto propagandístico repercutió más allá del final de la guerra.
No obstante el fracaso de intensos rastreos en busca de A D M , un tercio de la población creía que las fuerzas de Estados Unidos habían encontrado A D M, y más del veinte por ciento creía que Iraq las había usado durante la guerra*.
Bien pueden ser simples reacciones de gentes víctimas del miedo a prácticamente todo, después de tantos años de propaganda intensiva diseñada para domar a la "gran bestia" haciendo cundir el pánico.
La frase "poderoso remate reaganesco" es presumiblemente una referencia a la orgullosa declaración de Reagan de que Estados Unidos se "erguía enhiesto" tras haber derrotado la terrible amenaza de Granada. Algunos comentaristas sagaces añadieron que el aparatoso espectáculo de Bush que se escenificó cuidadosamente a bordo del USS Abraham Lincoln señalaba "el comienzo de su campaña por la reelección en 2004", respecto de la cual la Casa Blanca espera que "se construya hasta donde sea posible en torno de los temas de la seguridad nacional, siendo un elemento central de la campaña la remoción del líder iraquí Saddam Hussein".
Para reforzar el mensaje, se aplazó el lanzamiento oficial de la campaña hasta mediados de septiembre de 2004, de modo que la Convención Republicana, que se reunirá en Nueva York, pueda exaltar al único líder de tiempos de guerra que está en condiciones de salvar a los norteamericanos de una repetición del 11 de septiembre, tal como hizo en Iraq. La campaña electoral se centrará en "la batalla de Iraq, en vez de la guerra", como explicó el importante estratega político republicano Karl Rove. Eso hace parte de una "guerra mucho más grande y larga contra el terrorismo, la cual, como lo ve [Rove] en forma clara y quién sabe si fortuita, se prolongará hasta el día de elecciones en 2004"18. Y todavía más allá, seguramente.
Así pues, hacia septiembre de 2002 los tres factores requeridos para establecer la nueva norma del derecho internacional estaban dados: Iraq se encontraba indefenso, era muy importante y constituía una amenaza inminente a nuestra propia existencia. Las cosas siempre podían salir mal. Pero eso era improbable, al menos para los invasores. La formidable disparidad de fuerzas aseguraba la victoria aplastante; y si había consecuencias humanitarias, se le podían endilgar a Saddam.
De ser incómodas, no se investigarían y toda huella desaparecería de vista, si es que el pasado puede servir de guía. Los vencedores no investigan sus propios crímenes, así que poco se sabe de estos. Este principio admite pocas excepciones: el total de bajas mortales de las guerras de Estados Unidos en Indochina, por ejemplo, es impreciso en términos de millones. El mismo principio rigió en los procesos por crímenes de guerra al final de la Segunda Guerra Mundial. La definición operativa de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad fue clara: un crimen se calificaba como tal si había sido cometido por el enemigo y no por los Aliados. La destrucción de concentraciones civiles urbanas, por ejemplo, se excluía. El principio se ha aplicado en juicios posteriores, pero únicamente a enemigos derrotados u otros que sin peligro se puedan menospreciar.
Cantada la victoria de la invasión a Iraq, se admitió públicamente que uno de los motivos de la guerra había sido el de promulgar la gran estrategia imperial como nueva norma: "La promulgación [de la Estrategia de Seguridad Nacional] fue la señal de que Iraq sería la primera prueba, no la última", informó The New York Times. "Iraq fue el tubo de ensayo donde se llevó a cabo este experimento de política preventiva".
Un alto funcionario agregaba que "no vacilaremos en actuar solos, dado el caso, para ejercer nuestro derecho a la defensa propia mediante la acción preventiva", ahora que la norma quedaba establecida. "El resto del mundo conoce bien la índole ejemplar de toda la operación [en Iraq]", observó el historiador del Medio Oriente Roger Owen, de Harvard. Pueblos y gobiernos tendrán que cambiar su manera de ver el mundo, "de una perspectiva basada en las Naciones Unidas y el derecho internacional a otra basada en la identificación" con la agenda de Washington. La exhibición de fuerza les enseña que deben dejar de lado "toda consideración seria del interés nacional" a favor de "los objetivos estadounidenses"'.
La necesidad de una exhibición de fuerza para "mantener la credibilidad" ante los ojos del mundo puede haber inclinado la balanza a favor de la guerra contra Iraq. En un análisis de su planificación, el diario The Financial Times dató la decisión de ir a la guerra para mediados de diciembre de 2002, tras la entrega de la declaración de Iraq sobre armamentos a la ONU . "Había la sensación de que se burlaban de la Casa Blanca", dice alguien que trabajó de cerca con el Consejo Nacional de Seguridad durante los días posteriores a la entrega de la declaración el 8 de diciembre. "Un dictador de pacotilla se burlaba del presidente. Eso provocó un sentimiento de rabia en la Casa Blanca. Después de eso no hubo ninguna perspectiva de una solución diplomática"19. Lo que siguió fue sólo teatro diplomático para disimular mientras se emplazaban las fuerzas militares.
Con la gran estrategia no sólo proclamada oficialmente sino también implementada, la nueva norma de la guerra preventiva entra a ocupar su lugar en el código. Los Estados Unidos pueden ahora contemplar casos más duros. Hay muchas posibilidades tentadoras: Irán, Siria, la zona andina y varias otras. Las perspectivas dependen en gran parte de que se pueda intimidar y reprimir a la "segunda superpotencia".
Fuente: Noam Chomsky “Hegemonía o Supervivencia
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