Cinco largos meses han pasado desde que el almirante de la flota, Fernando de Magallanes, decidiera invernar en la bahía a la que el mismo bautizó como San Julián.
Por fin el frío invierno cede y las cinco naves con la Trinidad al frente y capitaneada por el mismo, parten hacia el sur, en busca del ansiado paso hacia el Océano Pacífico. Detrás quedaron dos motines y con ellos varios ejecutados por traición y dos librados a su suerte por su condición de veedor del rey uno y por religioso el otro, ellos son Juan de Cartagena y el sacerdote Pedro Sánchez de Reina.
A mediados de octubre un fuerte temporal arrastra a la flota hacia el Sur y por designios de la fortuna descubren una amplia entrada que suponen un estuario. Anclan tres naves en una saliente a la que bautizan Cabo de las Once Mil Vírgenes y Magallanes envía a la San Antonio y a la Concepción a adentrarse en el estuario y explorar el paso pero con la estricta orden de regresar en cinco días.
Luego de algunos días las naves exploradoras regresan disparando salvas de cañón y flameando estandartes y banderas, clara señal del éxito de la misión. Magallanes se halla profundamente conmovido, un año y pocos días han pasado desde aquel 20 de setiembre de 1519 cuando partieron del puerto de San Lúcar de Barrameda.
Antes de partir hacia el Pacífico, Magallanes tiene que sortear un tercer levantamiento ya que el capitán Esteban Gómez habiendo decidido que la expedición había logrado exitosamente su cometido y entendiendo que tanto las tripulaciones como las naves se encontraban en condiciones deplorables y casi sin alimentos, decide regresar a España a bordo de la San Antonio y abandona la flota. En el trayecto recoge a los desterrados Cartagena y Sánchez de Reina.
Los cuatro barcos restantes atraviesan el estrecho y luego de navegar por el Océano Pacífico arriban a la isla de Mactán, allí son atacados por nativos y Magallanes muere en combate el 27 de abril de 1521. Sin embargo algunas naves logran escapar y finalmente, capitaneada por Juan Sebastián Elcano la nave Victoria arriba a España el 8 de setiembre de 1522 completando la primer circunnavegación del globo terráqueo en la historia de la navegación. Tal como lo había planeado Magallanes.
Entre los navegantes más ambiciosos y de implacable determinación que atravesaron el estrecho y navegaron los feroces mares patagónicos, solo dos tuvieron fundadas razones para afrontar tan arriesgada aventura seguros de cumplir sus designios: uno fue Magallanes por supuesto y el otro, el temible Francis Drake, el mejor depredador de los mares y que fue la peor pesadilla de las naves españolas que navegaron transportando riquezas desde América hacia la madre patria.
Lo cierto es que un genovés (Cristóbal Colón) y un portugués (Fernando de Magallanes) aportaron a la empobrecida España enormes perspectivas de enriquecimiento que la llevaron a convertirse en una formidable potencia de la época.
La proeza de Magallanes cuyo nombre lleva ahora el estrecho por él utilizado para unir ambos océanos es de una temeridad absoluta si pensamos la casi nula información y cartografía que existía en esa época, pero años después se descubrió un mapa universal dibujado por el cosmógrafo árabe Al-Juarizmi realizado en el año 833 que contenía el estrecho y también la isla de Tierra del Fuego. La pregunta es: ¿tenía conocimiento Magallanes de esa información?
Nota: el 22 de marzo de 1518 el rey Carlos V firmó un convenio que otorgaba a Magallanes la vigésima parte de todos los ingresos que procedan de las tierras descubiertas así como la posesión de dos islas en caso que encontrara más de seis nuevas de ellas.
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