Enero en Buenos Aires puede ser una tortura para cualquiera, la mezcla de calor y humedad elevan la temperatura más allá de los niveles razonables del estío porteño. Pero nada le importa a Primo Modesto Capraro ese 9 de enero de 1905. Este inmigrante italiano, constructor y aventurero estaba a punto de finalizar con toda felicidad una etapa de su vida, para comenzar otra plena de proyectos e ideas de progreso en su querida tierra, el lote de 652 ha. que adquirió a orillas del río Correntoso en la lejana Patagonia, cerca del pueblo de San Carlos(*).
Pero la historia que finaliza este día con su casamiento con Rosa Maier, también es una novela digna de contarse.
La conoció 5 años antes en la ciudad de Todtmoos en Alemania, cuando estaba de paso haciendo un mantenimiento en el sanatorio Wiennerwald, ella era una muy joven enfermera y se enamoró perdidamente. Pero sus planes estaban en marcha, en poco tiempo viajaría con destino a México a hacer “la américa” en unas minas de oro en la localidad de Pachuca. Con gran pena debió dejarla aunque con la firme convicción de volver cuando consiguiera la fortuna que iba a buscar.
Su estadía en México fue breve al comprender que lo que le habían contado no era todo lo maravilloso que creyó y se fue con su esperanza a Chile donde tampoco logró la prosperidad buscada. Ya estaba pensando en regresar a Europa pero en un encuentro con su hermano recibe noticias de que en Argentina si hay grandes perspectivas de progreso y hacia allí se dirige.
Cuatro años después, ya establecido y afincado escribe a Rosa proponiéndole matrimonio, estabilidad y vivir en un lugar de paisajes sorprendentes. Rosa acepta y se embarca en un vapor de la naviera Hamburgo con destino a Buenos Aires.
Primo Capraro la espera ansioso en el puerto pero al arribar el barco surge un inconveniente, no dejan bajar a la novia porque en esa época las leyes de inmigración disponían que no podían ingresar al país mujeres solas y solteras. “Una insultante cuestión de profilaxis social” le dice el Capitán del barco a Capraro como excusa, pero éste no se inmuta y acompañado de varios amigos sube al barco y el propio capitán los desposa en presencia de los testigos Mauricio Alemán de profesión periodista y Antonio Baruzzo de profesión comerciante.
De esta manera los dos jóvenes inmigrantes, con un precario alemán él y un nulo italiano y español ella, formalizan su amor que llevarán como prioridad absoluta en toda su vida juntos.
Primo Capraro y su esposa Rosa Maier el día de la boda
Con un agotador viaje en tren desde Buenos Aires a Mendoza y Chile y posteriormente en carreta, llegan a destino en la zona del lago Nahuel Huapi.
Aunque aún faltan unos años para su construcción, podemos decir que aquí comienza la historia del hotel.
(*) En esos años la ciudad de San Carlos de Bariloche aún era conocida solo con el nombre de San Carlos.
Héctor Gugliermo
Fuentes:
Apuntes del Correntoso - Yayo de Mendieta - Edición personal - 2003
Capraro el emperador de Bariloche - Roy Centeno - Editorial Kaimé - 1993
El gran libro de la Patagonia Argentina - Editorial Planeta - 1997
Fotos: propias y de la colección de Fernando Capraro
Comentarios
Publicar un comentario
No insertes enlaces clicables, de lo contrario se eliminará el comentario. Si quieres ser advertido via email de los nuevos comentarios marca la casilla "Avisarme". Si te ayudé con la publicación o con las respuestas a los comentarios, compartilo en Facebook,Twitter o Instagram. Gracias.