Tanto a nivel internacional como regional se puede observar avances en la creación de acuerdos, en
particular en la Agenda Regional de Género. El énfasis está puesto en disminuir las brechas y los sesgos
de género en la educación, y en la producción de conocimiento científico y tecnológico, en impulsar
procesos de transformación digital incluyentes, y en acelerar el cambio estructural para un desarrollo
sostenible e inclusivo.
A nivel internacional, la intersección entre género y CTIM se ha abordado en varias instancias y
compromisos globales. Uno de los hitos tuvo lugar en 2015 cuando se aprobó la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible (Agenda 2030). En el Objetivo 4 sobre educación inclusiva, equitativa y de calidad
se establece: “de aquí a 2030, asegurar el acceso igualitario de todos los hombres y las mujeres a una
formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria”, y “de aquí a 2030,
aumentar considerablemente el número de jóvenes y adultos que tienen las competencias necesarias, en
particular técnicas y profesionales, para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento”
(Naciones Unidas, s.f.). En la meta 4.5 del Objetivo 4, se pone énfasis en eliminar las disparidades de género
en la educación y en asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de enseñanza y formación profesional.
De manera complementaria, en las metas del Objetivo 5, destinado específicamente a lograr la igualdad de
género, se señala la necesidad de reconocer y valorar el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados
avanzando en la prestación de servicios públicos y en la corresponsabilidad (Meta 5.4), y la necesidad de
asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres en todos los niveles de decisión de la vida política,
económica y pública (Naciones Unidas, 2015). En 2017, el Comité para la Eliminación de la Discriminación
contra la Mujer formuló la Recomendación General Nº 36 sobre el derecho de las niñas y las mujeres a la
educación, en la que se amplía el abordaje del Objetivo 4 y se hacen recomendaciones concretas pertinentes
para el ámbito de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
Por otra parte, en el 75° aniversario de las Naciones Unidas, los Estados miembros se comprometieron
a fortalecer la gobernanza global por el bien de las generaciones presentes y futuras y, con ese fin, solicitaron
al Secretario General que presentara un informe con recomendaciones para promover la agenda y responder
a los retos actuales y futuros. Su informe “Nuestra Agenda Común”, presentado en 2021, mira hacia los
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próximos 25 años y hace un llamamiento al multilateralismo inclusivo, interconectado y eficaz para responder
mejor a los retos más urgentes de la humanidad. Dentro de sus recomendaciones, el informe llama a poner
especial atención a las juventudes, a través de la transformación de la educación, la capacitación y el
aprendizaje permanente. El documento emplaza a dar forma al futuro aprendizaje, invirtiendo en
alfabetización e infraestructura digital para cerrar la brecha digital (Naciones Unidas, 2021).
A nivel regional, es importante recalcar cómo se aborda el género y la tecnología en la Agenda
Regional de Género, donde se destaca el Consenso de Brasilia (2010) y el Consenso de Santo Domingo
(2013), la Estrategia de Montevideo (2016), el Compromiso de Santiago (2020), y más recientemente el
Compromiso de Buenos Aires (2022). Si bien es en el Consenso de Santo Domingo donde se enfatiza en el
vínculo entre género y tecnología (Muñoz, 2021), en el conjunto de acuerdos se establece como prioritario
que en las políticas públicas de los países de América Latina y el Caribe se incentive el acceso de mujeres
y niñas de todas las edades a las tecnologías de la información y las comunicaciones para ejercer
ampliamente su derecho a la libertad de expresión, las actividades educativas y las actividades económicas.
El Compromiso de Buenos Aires (2022) va más allá reconociendo que, para crear las condiciones propicias
para la autonomía de las mujeres, las adolescentes y las niñas en toda su diversidad, se debe fortalecer la
inversión en capacidades y tecnología, así como incluir acciones afirmativas para propiciar su participación,
permanencia y culminación de la educación en las áreas CTIM (CEPAL, 2022c).
En relación con la transformación digital y el modelo de desarrollo, la Agenda 2030 plantea la
urgencia de avanzar hacia nuevos modelos de crecimiento y desarrollo con patrones de consumo y producción
más sostenibles e inclusivos, a la vez que reconocen las tecnologías como un medio para ello. En especial,
“mejorar el uso de la tecnología instrumental, en particular la tecnología de la información y las
comunicaciones, para promover el empoderamiento de las mujeres” (Meta 5b). En el marco de la Conferencia
Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, la preocupación por el acceso, el uso y el desarrollo
de las tecnologías con perspectiva de género se ha formulado como parte de la necesidad de avanzar hacia un
nuevo paradigma productivo y tecnológico con igualdad y sostenibilidad. No obstante, como lo plantea la
Estrategia de Montevideo para la Implementación de la Agenda Regional de Género en el Marco del
Desarrollo Sostenible hacia 2030, si no se cuenta con las políticas apropiadas, se corre el riesgo de profundizar
los nudos estructurales de la desigualdad de género (CEPAL, 2019a; Vaca-Trigo y Valenzuela, 2022). En el
marco de la 60ª Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y
el Caribe (2021) se acordó impulsar la Alianza Regional para la Digitalización de las Mujeres de
América Latina y el Caribe2 con el objetivo de reducir las brechas de género en términos de acceso, desarrollo
de competencias y uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones por parte de las mujeres y
las niñas, y promover la plena participación de las mujeres en la economía digital junto con la Implementación
de la Agenda Regional de Género en el Marco del Desarrollo Sostenible hacia 2030.
La centralidad de los cuidados no remunerados para el logro de la igualdad de género ha sido una
prioridad en los acuerdos desde la Primera Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer en el
Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe en La Habana (1977), que se profundizaron
en las últimas dos décadas (CEPAL, 2021b). En la Agenda 2030 se plantea que el logro de la igualdad de
género es transversal e inseparable del resto de los objetivos de la Agenda y el ODS 5 promueve en la
Meta 5.4 el reconocimiento y la valoración de los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados. La
Agenda Regional de Género constituye una hoja de ruta para lograr Objetivos de Desarrollo Sostenible
(Bidegain, 2017). La Estrategia de Montevideo plantea que la injusta organización social de los cuidados
limita la autonomía de las mujeres y contribuye a reproducir las desigualdades de género, las cuales se
2 Véase Acuerdo 11 de la Sexagésima Reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de
América Latina y el Caribe, //www.cepal.org/sites/default/files/document/files/21-00098_mdm.60_acuerdos.pdf.
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entrecruzan con otras dimensiones de la desigualdad social (socioeconómica, étnica, racial y territorial). En
la XIV Conferencia Regional sobre la Mujer (que tuvo lugar en Santiago de Chile en 2020) se señala la
prioridad de pasar del reconocimiento del cuidado como un derecho humano a su implementación
transversal y al diseño de políticas y sistemas integrales de cuidados desde una perspectiva de género,
interseccional, intercultural y de derechos humanos. En el contexto de la brecha digital, entender el cuidado
no remunerado como uno de los orígenes de las desigualdades entre hombres y mujeres es clave, pues la
dispar carga de estas tareas condiciona una mayor escasez de tiempo para ellas, cuestión que entra en
conflicto con la necesidad constante de mejora y actualización de las habilidades en un entorno donde los
servicios y la demanda están en constante evolución (Naciones Unidas, 2022).
En este sentido, urge avanzar en la implementación de sistemas integrales de cuidados, como se
insta en el reciente Compromiso de Buenos Aires (2022), adoptado por los países de la región en la
XV Conferencia Regional sobre la Mujer. Esto implica avanzar en la corresponsabilidad social entre
quienes lo proveen: Estado, mercado, sector privado y familias (CEPAL, 2022c), a fin de establecer una
distribución más justa entre mujeres y hombres del poder, los recursos, el tiempo, la riqueza y el trabajo,
que les permita acceder equitativamente a las oportunidades de la transformación digital.
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