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Mostrando las entradas etiquetadas como Leyendas argentinas

Leyendas y Mitos patagónicos: "Kospi", cómo nacieron las flores.

Hace mucho, muchísimo tiempo, las plantas aún no tenían flores. En ese entonces vivía en el sur una bella niña tehuelche llamada Kospi , de suaves cabellos y dulces ojos negros. Una tarde de tormenta, cuando el fulgor del relámpago iluminaba todos los rincones de la tierra, Karut (el trueno), la contempló asomada a la entrada del Kau (toldo) de sus padres. La vio tan hermosa, que a pesar de que él era rústico, hosco y bruto, se enamoró locamente de ella. Ante el temor de que la linda niña lo rechazara, la raptó y huyó lejos, retumbando sobre el cielo, hasta desaparecer de la vista de los aterrados padres de la chica. Al llegar a la alta y nevada cordillera, la escondió en el fondo de un glaciar. Encerrada allí, fue tanto el dolor y la pena que sintió que de a poco fue enfriándose hasta que se convirtió en un témpano de hielo, fundiéndose con el resto del glaciar. Tiempo después, Karut quiso visitarla y al comprobar su desaparición, se enfureció terriblemente lanzando bramidos de

Respetado, admirado, temido, el Pombero es parte fundamental de la cultura popular de Corrientes.

Respetado, admirado, temido, el Pombero es parte fundamental de la cultura popular de Corrientes y de todo el mundo guaranítico. Vengador con quienes no le cumplen las promesas y compañero fiel de sus amigos, carga con la responsabilidad paterna de todos los hijos extramatrimoniales. Ningún habitante o visitante de los 88.199 kilómetros cuadrados de la provincia de Corrientes desconoce la existencia del Pombero, un duende que nació junto con los guaraníes y que, con algunos cambios en su descripción, sigue acompañando a los correntinos de hoy. Algunos lo llaman Mascadita (por su afición a mascar tabaco), otros le dicen Pomberito, Cuarahí Yara (Dueño del Sol, en guaraní), y también Pyragüé (pies con pelos). El mito del Pombero es el más popular de la provincia. En otros tiempos se lo representaba como un hombre alto y flaco, amigo de los pájaros e imitador del canto de cada uno de ellos, así como del piar de los pollitos. Hoy se dice que es bajo, robusto, con pelos hasta en las

El sendero de la yerba mate.

Conocida desde épocas remotas, es con la llegada de los jesuitas cuando comienza la explotación industrial de la yerba mate. El camino de su elaboración descubre secretos de una provincia que nació bajo el signo de la invención. El payé -hechicero guaraní- gira alrededor del fuego bajo la penumbra de la noche. El paciente yace en el suelo mientras el hombre, con su rostro pintado, saca de una guayaca -pequeña bolsa de cuero- un polvo que aspira y cuyo resto esparce sobre el enfermo; las partículas de yerba mate molida caen lentamente deslizándose por el aire. Pronto, cuando el hechicero se comunique con los dioses, podrá saber qué tipo de porá -ser invisible vinculado con los animales o las plantas-, ha causado la enfermedad. Todavía no es el tiempo de los conquistadores ni de los monjes jesuitas que, con la Biblia en la mano, van a ir en busca de nuevos conversos al cristianismo en lo que será el territorio misionero. Fue el padre Antonio Ruiz de Montoya quien supo dejar testimo

El dueño del fuego.

El hornero, pajarito pardo de pecho claro y cola rojiza, busca una compañera para toda la vida. Juntos construyen el nido de barro, a puro pico y pata. Cuando está terminado, parece un horno para hacer el pan. Por eso, es "Hornero" su nombre, aunque también lo llaman Albañil, Caserito, Alonsito y - en Brasil- Juan de Barro. Todas las mañanas, el hornero saluda al día con su canto, que parece una carcajada. Y el criollo se siente feliz al escucharlo y ver el nido en una esquina de su rancho o en el árbol que le da sombra, porque este pajarito tiene fama de buen agorero, para la vida y para la cosecha. Porque es dulce, hábil, muy trabajador y simpático, en 1928, fue elegido por los alumnos de las escuelas primarias, que respondieron a una encuesta realizada por un diario de Buenos Aires. Más de 10.000 votos lo consagraron como el "Ave de la Patria". El segundo lugar fue ocupado por el cóndor, con 5.800 votos. Muy variadas son las leyendas que hablan del or

Pura espuma como el chajá.

El chajá es un ave zancuda más grande que un ganso, de cabeza chica para semejante cuerpo, adornada con un copete. Tiene en las alas dos espolones, que usa para defenderse. Cuando encuentra compañera, es para toda la vida. Si uno muere, el otro no tarda en seguirlo. Por eso, los ingleses los llaman "aves de amor". Juntos construyen el nido de juncos y cañas, sobre el agua y el barro, y es el macho el encargado de vigilarlo, a cierta distancia. Ante algún peligro, él grita y ella le hace eco. "¡Chajá, chajá!" repite el "centinela del campo", como también se lo conoce. Cuenta la leyenda que Yasí, la Luna, tenía la costumbre de bajar a la Tierra convertida en mujer, para observar la conducta de la gente y decirle a Tupá quiénes eran buenos y quiénes, malos. En una tarde calurosa, andaba caminando con un chico. Los dos tenían mucha sed. Por eso, cuando vieron, a lo lejos, a dos muchachas que lavaban ropa en el río Paraná, se acercaron para pe