No hay blanqueo que pueda limpiar al fútbol argentino de las sospechas. La Ley de Murphy dice “si algo puede salir mal, va a salir mal”, la Ley no escrita del Fútbol Argentino sugiere: “si algo se puede arreglar, se va a arreglar”. Y no hay escándalo. Tampoco debate. El hincha de a pie, en su mayoría, profesa la religión de disfrutar más con el sufrimiento del enemigo que con la alegría propia. Y si puede colaborar... No vengan con el folclore; esto es heavy metal, con palos y cadenas. Es mejor el descenso ajeno que el campeonato propio. Cotiza más festejar la desgracia. El fútbol argentino tiene la extraña virtud de coleccionar miserias y naturalizarlas. La televisión busca partidos “extraños” y los encuentra, a montones. Los periodistas tiran la caña intentando pescar testimonios a favor de que un equipo facilite una derrota y pican peces al por mayor. Algunos, gordos: mundialistas, con experiencia europea, con mucho recorrido, que podrían defender otros valores. Es innecesari
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