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Francisco Palomo Giambattista, cura.

Había llegado precedido por la tristeza de la muerte del padre Roque, fallecido de viejito y penando una larga enfermedad; por la soledad que enmudeció las campanas de la iglesia casi dos meses a causa de la agonía de Roque y la tardanza de su nombramiento, y por la suspicacia que en la chusma del pueblo producía su estampa joven y atlética. Lo vimos en la puerta de la iglesia en el mismo momento en que se paró frente al edificio con los brazos en jarra, contemplando lo que para ese entonces era un monumento al abandono, con paredes rajadas, flores resecas y velas consumidas; acaso un símbolo de la anarquía religiosa que ese lapso de orfandad espiritual había producido en Villa Garay, provincia de Buenos Aires.  Llevaba dos bolsos que dejó caer pesadamente, y vestía una sotana negra algo desteñida y arrugada por un viaje en tren desde la Capital Federal. Nosotros, que en ese momento estábamos jugando un picado de fútbol en la plaza que daba al frente de la parroquia, fuimos descub

Cabalgata de Fé y Tradición.

Más de 4 mil peregrinos a caballo, provenientes del interior y de países vecinos, rinden tributo anualmente a la Virgen de Luján. Los participantes visten ropas típicas y gauchescas y mantienen viva una tradición que se inició sesenta años atrás . Una larga hilera de hombres, mujeres y niños a caballo, ataviados con atuendos típicos y gauchescos, se congrega cada año frente a la Basílica de Luján para confirmar su devoción religiosa y mantener el rito de pasear las tradiciones de sus pueblos. Es una ceremonia marcada por la emoción y la esperanza.  La denominada "Peregrinación a Caballo al Santuario de Nuestra Señora de Luján" se realiza desde 1945 y en la actualidad participan más de cuatro mil jinetes, pertenecientes a clubes y círculos criollos de todo el país y de otras naciones, como Uruguay y México. El grupo más importante de peregrinos sale del Círculo El Rodeo, ubicado en Moreno. Son ellos quienes trasladan, tirada por bueyes, la réplica de la carretilla

Historia de pioneros: los franceses del Aveyron.

Los franceses del Aveyron son protagonistas de una de las epopeyas transoceánicas de fines del siglo XIX cuyo destino era la Argentina, la llanura inmensa, el futuro benefactor. Son los habitantes de Pigüé, que se preparan para celebrar sus primeros 120 años con una fiesta criolla al compás de la Marsellesa, el Himno Nacional y las guitarras de los payadores. En el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, a 550 kilómetros de la Capital Federal, se levanta la ciudad de Pigüé. En lengua puelche, pi-hué significa lugar del encuentro, lugar donde se parlamenta. Sus 15 mil habitantes saben que su historia es parecida a todas las historias de los pueblos de la pampa argentina formados por colonos inmigrantes, pero no igual. Porque su origen no está -como en la mayoría de los casos- en las montañas italianas ni en la meseta castellana ni en las estepas del este europeo, sino en un pequeño departamento del sur de Francia llamado Aveyron. Del Aveyron, entonces, llegaron hace 120 años

Si se habla de deportes de honda raigambre nacional, todo comienza con el Pato.

Destreza, coraje y bravura son condiciones indispensables para este deporte de a caballo que nació en nuestro territorio hace cuatro siglos. Declarado deporte nacional en 1953, el Pato también se arraigó en Europa como fecundo embajador de nuestras tradiciones. Si se habla de deportes de honda raigambre nacional, todo comienza con el Pato. Hace nada menos que cuatro siglos que este juego se viene desarrollando en tierra argentina. En etapas iniciales, la falta de una reglamentación establecida marcaba notables diferencias con la forma en que hoy se lo practica. Pero el Pato siempre demandó la presencia en la cancha de eximios jinetes, capaces de moverse con habilidad, arrojo y bravura, y de caballos veloces, resistentes y de probada guapeza. Unos y otros protagonistas fueron evolucionando en su adaptación a las rigurosas exigencias de la competición y los renovados cambios reglamentarios. Cada partido constituye una genuina fiesta en la que se celebra la vida del campo y su gent

La metáfora de la frontera.

A fines del siglo XIX, una línea imaginaria, pensada para separar dos mundos diferentes, dividía a Buenos Aires y sus alrededores del resto del territorio. Pero la vida en las extensas llanuras demostró que ese espacio también fue un lugar de encuentro, donde coexistían diversas cosmovisiones. La Argentina como sociedad y cultura nació, creció y se desarrolló negando a "los otros", a los diferentes, en aras de una homogeneización que perseguía como proyecto de Nación el que fuéramos todos iguales. Hacia fines del siglo XIX, la ideología predominante pensaba que era necesario "blanquear" la sociedad; por ello se estimuló la inmigración europea, destinada a poblar -entre otras regiones- las llanuras centrales del país: la pampa o "las pampas", vastísimas extensiones que, con el correr del tiempo, fueron convirtiéndose en un ámbito clave de la vida nacional.  Esa pampa considerada erróneamente como un desierto, donde vivían desde hacía miles de año

La sabiduría del hombre común.

Profesor de Geografía y de Educación Física, a sus casi 93 años es uno de los más reconocidos investigadores de nuestras costumbres. Desde su famoso Diccionario Folklórico editado allá por 1948, ha escrito más de cincuenta libros, referentes ineludibles para entender nuestras creencias, festejos y tradiciones. El 23 de agosto va a cumplir 93 años. Félix Coluccio, el profesor de Geografía y de Educación Física, el folklorólogo, el padre de cuatro hijos, once veces abuelo y dos bisabuelo, todavía viaja en busca de mitos, leyendas, creencias populares, nuevas comprobaciones sobre la universalidad de la sabiduría del folklore. Su hija Marta y su yerno Conrado lo acompañan, lo cuidan, lo escuchan, lo siguen en sus explicaciones y agregan lo que su humildad no le permite contar. El investigador nacido en La Boca a principios del siglo pasado parece no cansarse jamás de hablar de lo que sabe. Es modesto, generoso, elegante con su pelo blanco, su boina, su bastón. De sus más de cincuen

Voces de la tierra, un emblema de la tradición argentina.

Representan un emblema de la tradición argentina. Surgidos en la época de la campaña, encarnaron el canto que expresaba la épica del gaucho. Los antecedentes históricos remontan a los juglares españoles. Desde Santos Vega hasta Gabino Ezeiza y los más jóvenes payadores de la actualidad, forjaron un estilo que fue adaptándose a los tiempos. Cuentan que la poesía le envolvió el alma al payador, quien acompañado por su guitarra, les cantó a la aurora y a las tardes pampeanas endechas tan dulces como no se había escuchado antes. Cuentan que de boca de su adversario, de nombre Juan Sin Ropa, partió una voz que no era de este mundo, entonando un himno tan prodigioso que llevó a Santos Vega a comprender que había sido vencido. Fue un noble anciano quien afirmó que lo había derrotado el mismísimo Diablo. De la pluma del escritor Hilario Ascasubi nació el poema legendario a Santos Vega, que llevó a los payadores a convertirse en personajes emblemáticos de la tradición argentina. En u