Más de 4 mil peregrinos a caballo, provenientes del interior y de países vecinos, rinden tributo anualmente a la Virgen de Luján. Los participantes visten ropas típicas y gauchescas y mantienen viva una tradición que se inició sesenta años atrás.
Una larga hilera de hombres, mujeres y niños a caballo, ataviados con atuendos típicos y gauchescos, se congrega cada año frente a la Basílica de Luján para confirmar su devoción religiosa y mantener el rito de pasear las tradiciones de sus pueblos. Es una ceremonia marcada por la emoción y la esperanza.
La denominada "Peregrinación a Caballo al Santuario de Nuestra Señora de Luján" se realiza desde 1945 y en la actualidad participan más de cuatro mil jinetes,
pertenecientes a clubes y círculos criollos de todo el país y de otras naciones, como Uruguay y México. El grupo más importante de peregrinos sale del Círculo El Rodeo, ubicado en Moreno. Son ellos quienes trasladan, tirada por bueyes, la réplica de la carretilla que llevaba la imagen de la Virgen cuando llegó a Luján, allá por el año 1630.
La procesión se realiza cada último fin de semana de setiembre, en una cabalgata que se hace en silencio y muy despacio, para no sobrepasar a la carreta y los bueyes. Participan hombres y mujeres de todas las edades y es muy común ver familias enteras. Algunos rezan, piden por la salud de familiares y muchos se emocionan a la vera del camino.
El domingo temprano los peregrinos, provenientes de distintas partes del país, se reúnen en la avenida frente a la Basílica. Llegan desde Mercedes, Chivilcoy, Necochea y de provincias lejanas, como Santiago del Estero. Luego se celebra una misa y se inicia el desfile con la presencia de los 130 abanderados de las instituciones criollas que participan del festejo. Cada institución presenta a varios miembros, quienes con sus ropas de paisanos van circulando por la avenida. Gran cantidad de turistas y vecinos de otras ciudades también ya se han acercado para presenciar el desfile tradicional, que se lleva a cabo entre las 11 y las 16. Los peregrinos y otras personas que llegaron al lugar, terminan la jornada bailando el pericón.
Para conocer lo que sienten los peregrinos en esta travesía, nada mejor que la experiencia contada por uno de los pioneros. Nicolás Merello tiene 83 años y, según afirma es el único protagonista vivo de la primer peregrinación. Desde entonces nunca dejó de participar junto con su esposa Elda.
Nicolás vive en Caseros, lugar por donde solía andar al galope con su inseparable amigo Orlando Binaghi, cuando se inició esta historia. Todo comenzó cuando Binaghi le propuso ir hasta San Antonio de Areco, en una travesía a caballo. Programaron el viaje pero una fuerte tormenta impidió la partida.
Mientras esperaban que el tiempo mejorara, fueron hasta el taller del Vasco Velaz a practicar en el fondo el juego de la sortija (el que consiste en pasar debajo de arco con el caballo a gran galope, para tomar la sortija colgada), cuando el anfitrión les dijo que era mejor ir a Luján, un pueblo más cercano donde se iba a realizar una procesión por el Día de la Virgen. "Era un sábado 7 de mayo y la procesión se realizaba el día ocho. Partimos por la tarde y tomamos por Rivadavia porque por la Gaona (donde se ubica la actual autopista del Sol) por aquel tiempo era un basural intransitable", cuenta Merello. Tras nueve horas de viaje, llegaron Binaghi, Merello y otros tres jinetes más a Luján.
Desensillaron y, luego de almorzar, intentaron participar de una competencia de sortijas de la que formaban parte empleados de dos grandes hilanderas de la zona, Linera y Flandria, pero no los dejaron. Por la tarde se inició la procesión, cuyo centro era una pequeña carretilla sobre la cual estaba la imagen de la Virgen. Los jinetes fueron invitados a escoltar el carro con sus caballos y se dirigieron hasta la Basílica. En ese momento, los hombres de a caballo fueron llamados por el cura Anunciado Serafini, responsable de la iglesia quien les dijo: "Miren che, acá vienen peregrinos en bicicleta, en silla de ruedas, a pie y en auto, pero nunca a caballo. ¿Por qué no organizan una marcha ustedes? Se emocionaron. Y no se hicieron esperar: el 7 de octubre de 1945 partió la primer peregrinación integrada por 12 jinetes y, desde entonces, el grupo no dejó de crecer.
Para no superponerse con la caminata desde San Cayetano que se realiza el primer fin de semana de octubre, se decidió correr la fecha de la procesión a caballo para el último fin de semana de setiembre. Nicolás guarda en su memoria el día en que, al cumplirse el 50º aniversario de la peregrinación, lograron la autorización para bailar el pericón dentro de la Basílica. Con emoción confiesa: "Seguramente no se volverá a repetir, fue un momento inolvidable".
Apenas 300 años.
La imagen de la Virgen de Luján llegó a nuestro país en 1630. Era una figura en terracota de María Inmaculada que venía desde Brasil. Había sido solicitada por un hacendado portugués afincado en Santiago del Estero. La leyenda señala que la carreta que la trasladaba, tirada por bueyes, se detuvo al pasar por Luján y fueron infructuosos los esfuerzos para que la caravana prosiguiera. Sólo se hacía posible el andar de los animales cuando bajaban de la carreta la imagen de María Inmaculada guardada en un pequeño cajón.
La figura quedó allí para siempre. El milagro pronto se hizo popular entre los vecinos de la zona y se decidió construir un primer santuario para alojar a la Virgen. En 1887 se colocó la piedra fundamental de la actual Basílica. En 1921 llegó el gran campanario, procedente de Milán, y el 8 de diciembre de 1930 el santuario recibió oficialmente el título de Basílica, concedido por la Santa Sede en ocasión de celebrarse el Tricentenario de la Virgen de Luján. Desde su llegada al lugar habían pasado 300 años.
Una larga hilera de hombres, mujeres y niños a caballo, ataviados con atuendos típicos y gauchescos, se congrega cada año frente a la Basílica de Luján para confirmar su devoción religiosa y mantener el rito de pasear las tradiciones de sus pueblos. Es una ceremonia marcada por la emoción y la esperanza.
La denominada "Peregrinación a Caballo al Santuario de Nuestra Señora de Luján" se realiza desde 1945 y en la actualidad participan más de cuatro mil jinetes,
pertenecientes a clubes y círculos criollos de todo el país y de otras naciones, como Uruguay y México. El grupo más importante de peregrinos sale del Círculo El Rodeo, ubicado en Moreno. Son ellos quienes trasladan, tirada por bueyes, la réplica de la carretilla que llevaba la imagen de la Virgen cuando llegó a Luján, allá por el año 1630.
La procesión se realiza cada último fin de semana de setiembre, en una cabalgata que se hace en silencio y muy despacio, para no sobrepasar a la carreta y los bueyes. Participan hombres y mujeres de todas las edades y es muy común ver familias enteras. Algunos rezan, piden por la salud de familiares y muchos se emocionan a la vera del camino.
El domingo temprano los peregrinos, provenientes de distintas partes del país, se reúnen en la avenida frente a la Basílica. Llegan desde Mercedes, Chivilcoy, Necochea y de provincias lejanas, como Santiago del Estero. Luego se celebra una misa y se inicia el desfile con la presencia de los 130 abanderados de las instituciones criollas que participan del festejo. Cada institución presenta a varios miembros, quienes con sus ropas de paisanos van circulando por la avenida. Gran cantidad de turistas y vecinos de otras ciudades también ya se han acercado para presenciar el desfile tradicional, que se lleva a cabo entre las 11 y las 16. Los peregrinos y otras personas que llegaron al lugar, terminan la jornada bailando el pericón.
Para conocer lo que sienten los peregrinos en esta travesía, nada mejor que la experiencia contada por uno de los pioneros. Nicolás Merello tiene 83 años y, según afirma es el único protagonista vivo de la primer peregrinación. Desde entonces nunca dejó de participar junto con su esposa Elda.
Nicolás vive en Caseros, lugar por donde solía andar al galope con su inseparable amigo Orlando Binaghi, cuando se inició esta historia. Todo comenzó cuando Binaghi le propuso ir hasta San Antonio de Areco, en una travesía a caballo. Programaron el viaje pero una fuerte tormenta impidió la partida.
Mientras esperaban que el tiempo mejorara, fueron hasta el taller del Vasco Velaz a practicar en el fondo el juego de la sortija (el que consiste en pasar debajo de arco con el caballo a gran galope, para tomar la sortija colgada), cuando el anfitrión les dijo que era mejor ir a Luján, un pueblo más cercano donde se iba a realizar una procesión por el Día de la Virgen. "Era un sábado 7 de mayo y la procesión se realizaba el día ocho. Partimos por la tarde y tomamos por Rivadavia porque por la Gaona (donde se ubica la actual autopista del Sol) por aquel tiempo era un basural intransitable", cuenta Merello. Tras nueve horas de viaje, llegaron Binaghi, Merello y otros tres jinetes más a Luján.
Desensillaron y, luego de almorzar, intentaron participar de una competencia de sortijas de la que formaban parte empleados de dos grandes hilanderas de la zona, Linera y Flandria, pero no los dejaron. Por la tarde se inició la procesión, cuyo centro era una pequeña carretilla sobre la cual estaba la imagen de la Virgen. Los jinetes fueron invitados a escoltar el carro con sus caballos y se dirigieron hasta la Basílica. En ese momento, los hombres de a caballo fueron llamados por el cura Anunciado Serafini, responsable de la iglesia quien les dijo: "Miren che, acá vienen peregrinos en bicicleta, en silla de ruedas, a pie y en auto, pero nunca a caballo. ¿Por qué no organizan una marcha ustedes? Se emocionaron. Y no se hicieron esperar: el 7 de octubre de 1945 partió la primer peregrinación integrada por 12 jinetes y, desde entonces, el grupo no dejó de crecer.
Para no superponerse con la caminata desde San Cayetano que se realiza el primer fin de semana de octubre, se decidió correr la fecha de la procesión a caballo para el último fin de semana de setiembre. Nicolás guarda en su memoria el día en que, al cumplirse el 50º aniversario de la peregrinación, lograron la autorización para bailar el pericón dentro de la Basílica. Con emoción confiesa: "Seguramente no se volverá a repetir, fue un momento inolvidable".
Apenas 300 años.
La imagen de la Virgen de Luján llegó a nuestro país en 1630. Era una figura en terracota de María Inmaculada que venía desde Brasil. Había sido solicitada por un hacendado portugués afincado en Santiago del Estero. La leyenda señala que la carreta que la trasladaba, tirada por bueyes, se detuvo al pasar por Luján y fueron infructuosos los esfuerzos para que la caravana prosiguiera. Sólo se hacía posible el andar de los animales cuando bajaban de la carreta la imagen de María Inmaculada guardada en un pequeño cajón.
La figura quedó allí para siempre. El milagro pronto se hizo popular entre los vecinos de la zona y se decidió construir un primer santuario para alojar a la Virgen. En 1887 se colocó la piedra fundamental de la actual Basílica. En 1921 llegó el gran campanario, procedente de Milán, y el 8 de diciembre de 1930 el santuario recibió oficialmente el título de Basílica, concedido por la Santa Sede en ocasión de celebrarse el Tricentenario de la Virgen de Luján. Desde su llegada al lugar habían pasado 300 años.
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