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De la estafa electoral a la estafa energética: la fabricación macrista de la "crisis energética".

Cambiemos, fuerza partidaria del oficialismo, ha blandido durante la campaña electoral el argumento de "crisis energética" para diagnosticar el resultado de la política kirchnerista en el sector, asegurándole a la población será el "mejor equipo de los últimos 50 años" el encargado de la salvación del supuesto colapso energético (repetían incansablemente en 2015 y continúan haciéndolo).

Las importaciones se reducirán, la producción crecerá, habrá abundante energía, las tarifas subirán muy paulatinamente y cada vez más argentinos podrán incorporarse a los servicios de gas y electricidad, nos aseguraron una y mil veces.
El tarifazo no sólo es una estafa porque carece de toda justificación, sino porque además es injusto e inconstitucional. 

La fabricación macrista de la "crisis energética".

Sin embargo, y como sucedió con las restantes promesas, la realidad demostró lo contrario: se están batiendo récords de importaciones de petróleo, se terminó con la sustitución de importaciones de gas (a julio de 2017), la producción se desploma (en ambos hidrocarburos), hay cada vez menos energía, las tarifas aumentaron exponencialmente, el consumo cae a mínimos históricos, y cada vez menos argentinos tienen acceso a los servicios de gas y electricidad.

Y todo, al ritmo de una vertiginosa y desconocida concentración y cartelización del sector.



Como en economía, acá también hubo necesidad de fabricar o inducir una "crisis" para justificar el cambio de política energética (la implementación de una política conservadora, anti-popular). Esta aseveración, como veremos debajo, no es ningún invento.

El discurso de Aranguren.


Al inaugurar la Primera Jornada Nacional de Eficiencia Energética (15 de diciembre de 2016), Juan José Aranguren expresó: "La gente acepta el cambio cuando reconoce una necesidad. Y esa necesidad la puede reconocer en medio de una crisis".

Porque -debería haber seguido explicando el funcionario-, Porque, ¿cómo convencemos si no a la ciudadanía, al comerciante, al industrial que pagar barata la energía es perjudicial a sus intereses y pagarla cara es maravilloso? ¿Cómo convencerlos que el sistema energético heredado no funcionaba cuando incorporó una cifra récord de usuarios a los servicios públicos de gas y electricidad en la historia, cuando interconectó al país de forma inédita, cuando concluyó obras abandonadas por las administraciones anteriores?

¿Cómo convencer a la ciudadanía a favor de cambiarlo todo cuando jamás faltó energía, cuando la demanda no paraba de crecer (incluso en las provincias con tarifas más caras en relación a Buenos Aires y la Capital Federal) y cuando, en los últimos tres años con anterioridad a nuestra gestión, los indicadores de calidad del servicio y cortes de luz mejoraban ostensible y progresivamente (según los propios datos oficiales) y todo sin la más mínima necesidad de incrementar la tarifa ni en un centavo?

La fabricación de la "crisis".


Se fabricó la "crisis" para generar una necesidad de cambio que fuera aceptado por la "gente" -un cambio para peor y, por tanto, mucho más difícil de imponer-.

En esto consistió el Decreto 134 del 16 de diciembre de 2015, normativa que declaró la "emergencia del Sector Eléctrico Nacional". En esto consistieron también el Informe PIST (precios del gas en boca de pozo) y las resoluciones 212 y 74 con los nuevos cuadros tarifarios del servicio de gas por redes.

La estafa del tarifazo.


Es que el tarifazo no sólo es una estafa porque carece de toda justificación, además de ser injusto e inconstitucional.

Es una estafa porque descansa sobre una perversa política destinada a generar una "crisis" donde no la ha habido ni la hay, atentando así contra la seguridad jurídica, económica y energética del país y su pueblo. Dicho sin pelos en la lengua: se trata de un auténtico sabotaje energético contra la Nación.

Hemos demostrado en los capítulos precedentes que ningún informe de CAMMESA, ADEERA, ENRE, ENARGAS ni Ministerio de Energía señaló o advirtió el diagnóstico de "crisis energética" para la República Argentina entre 2003 y 2015.
Leer también: De la estafa electoral a la estafa energética: una crisis energética con tarifazos y apagones.
En cuanto a la producción de hidrocarburos, luego de la recuperación de YPF en 2012, los niveles de producción empezaron a recuperarse, para terminar en 2015 con aumentos, sobre todo en materia gasífera.

Demostramos, asimismo, y siempre en base a datos de las instituciones mencionadas, que los servicios públicos de gas por redes y de electricidad durante los tres gobiernos kirchneristas registraron los mejores indicadores desde 1983 (ni el más acérrimo anti-kirchnerista podría argumentar que los servicios públicos en tiempos de Raúl Alfonsín funcionaron mejor que durante el kirchnerismo).
 Los servicios públicos de gas por redes y de electricidad durante los tres gobiernos kirchneristas registraron los mejores indicadores desde 1983.

La trampa de los indicadores de los servicios de energía. 


Claro que entender a los servicios de energía en calidad de indicadores (un "indicador" es una herramienta que permite medir la performance de un sistema) exige primero tomar una determinada posición política (y técnica) en relación al concepto de energía.

¿Por qué? Coincidir con el diagnóstico de "crisis energética" para la Argentina (como para cualquier otro país), sin definir antes "energía" para qué y para quiénes, es caer en la trampa del neoliberalismo.



Trampa, es vital agregar, se aprovecha de una enorme y estratégica falla (léase, falta): una definición de energía acorde a los intereses de la sociedad, esto es, del usuario y del consumidor, a la vez que en función de un proyecto industrialista, socialmente equitativo y económicamente moderno y autosuficiente.

Como medir el éxito o el fracaso de una política energética.


Y es justamente por ausencia de esta definición que la sociedad terminó midiendo el grado de éxito o fracaso de una política energética en base a objetivos que no se corresponden con sus intereses (las diez razones del diario La Nación). Ejemplifiquemos para explicarlo mejor.

Un diagnóstico de "crisis energética" para el período 2003-2015 implica afirmar que el sistema, como un todo, fracasó. ¿Cómo se justificaba el supuesto "fracaso"? A través de indicadores previamente seleccionados que arrojarían, obviamente, resultados negativos. Si uno de esos indicadores es el de "déficit de la balanza comercial energética", está claro que se falló. Si elegimos el de "pérdida de la capacidad exportadora", igual.

¿Pero qué sucedería si, en lugar de tomar esos indicadores, evaluáramos la política energética kirchnerista desde la accesibilidad de los servicios públicos o de corroborar si se verificó o no una expansión de la demanda de electricidad y del gas por redes? ¿Cuál sería el resultado del diagnóstico si se tomara como indicador la capacidad de pago de los servicios públicos por parte de la ciudadanía, esto es, tarifas asequibles (baratas)?

¿Y si se tomara como indicador la evolución de la demanda de gas y electricidad para las provincias y clases sociales más postergadas? Medido bajo tales indicadores, el sistema energético heredado por el macrismo hubiera resultado uno claramente exitoso, más aún si hemos de compararlo con las administraciones anteriores.

Con lo anterior queremos ilustrar lo siguiente: la elección de los indicadores para medir la performance de un sistema energético tiene que ver con la definición que se haya adoptado de la energía. Y, de acuerdo a esta definición, sus objetivos.

Si coincidimos con el veredicto de un Mauricio Macri heredando un sistema energético quebrado, entendemos que los objetivos de todo sistema energético no fueron alcanzados por los gobiernos precedentes. Perfecto. Ahora, ¿cuáles son los objetivos que todo sistema energético debe perseguir?
La elección de los indicadores para medir la performance de un sistema energético tiene que ver con la definición que se haya adoptado de la energía.

Los objetivos que todo sistema energético debe perseguir.


Breve y obligado paréntesis sobre la "herencia" y Macri. En su discurso con motivo de la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación, el Presidente Macri criticó con dureza los doce años de gobierno kirchnerista. Cito tres fuentes durante su discurso plagado de ausencia absoluta de fuentes para la mayoría de sus apreciaciones. Una de ellas, el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, fue referenciada cuando criticó la supuesta ineficiente infraestructura urbana heredada, específicamente en lo concerniente al acceso a las cloacas, al agua corriente y al gas natural por redes.

El Observatorio OETEC encontró que el Presidente no sólo falseó los números brindados para los anteriores servicios domiciliarios de red sino que se basó en un informe del Observatorio de la UCA que, paradójicamente, destaca los avances que el kirchnerismo produjo en dicha infraestructura urbana. Veamos más en detalle.

A pocos minutos de iniciado su mensaje al Congreso, Macri señaló que: "Según el último informe del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina... alrededor del 42% de la población carece de cloacas, el 13% no tiene agua corriente y más del 40% no tiene conexión a la red de gas. El modelo de inclusión social y crecimiento, del que tanto habló el gobierno anterior, nos llevó a la pobreza y a la exclusión".

Pero al recurrir al "último informe" del citado Observatorio y analizar los datos allí suministrados, se observa entonces que, efectivamente, las cifras correctas son: 1) sin conexión a la red de agua corriente, 10,8%; 2) sin conexión a la red de gas natural, 25,6%; y 3) sin conexión a la red cloacal 31,4%. Vale la pena recordar los porcentajes informados por el Presidente: 1) "el 13% no tiene agua corriente"; 2) "más del 40% no tiene conexión a la red de gas"; y 3) "42% de la población carece de cloacas".

En pocas palabras, el informe del Observatorio de la UCA no hace sino destacar la evolución registrada para el quinquenio 2010-2014 (ver tabla 1). Textualmente, afirma esta institución: "En la Tabla 2.2.1 se observa la evolución de los servicios domiciliarios de red. A lo largo del quinquenio 2010-2014, ha habido una tendencia a la mejora estadísticamente significativa como resultado de una mayor inversión pública en estos aspectos". Y agrega: "De modo que el balance para la dimensión resulta positivo:

a) El déficit en el acceso a la red de agua corriente se redujo de manera gradual y sostenida en algo más de un 20% entre 2010 y 2014. Se destaca en este sentido el efecto positivo que ha tenido la obra pública sobre el acceso a este servicio.

b) La falta de conexión a la red de gas parte de niveles más altos y registra un descenso inferior, que no obstante es estadísticamente significativo. Entre los años 2010 y 2014, el déficit en el acceso a la red de gas natural por parte de los hogares descendió 2,5 p.p., lo que equivale a casi el 10% entre puntas.

c) El porcentaje de hogares sin cloacas, a su vez, retrocede a lo largo de los años 2010 a 2014, advirtiéndose una evolución favorable, estable y persistente. Como consecuencia de la inversión pública, el déficit de acceso se reduce en casi 5 p.p...". ¿Pesada herencia? ¿Realmente?

Volviendo a la cuestión "definición y objetivos de un sistema energético": ¿Crítico realmente un sistema que en gas natural por redes que entre 2010 y 2014, como halló la UCA, el déficit en el acceso a la red de gas natural por parte de los hogares descendió 2,5 p.p., lo que equivale a casi el 10% entre puntas?

La obligada recurrencia a la "mentira" y "falsificación" de los números busca esconder los logros de la política energética entre 2003 y 2015 para inocular en la sociedad la imperiosa necesidad del "cambio" (léase, del ajuste para salvarnos de la debacle).

Y la estrategia funcionó, como dijimos al comienzo, en buena medida por el poder del aparato mediático que multiplicó el falaz mensaje. Pero también, y creemos muy especialmente, producto de la ausencia de una definición de energía de acuerdo a la defensa de la seguridad jurídica popular.

Conclusiones.


Es por todo lo anterior que, volvemos a insistir, la definición de "energía" y de "sistema energético" con la que cada uno se sienta identificado (ciudadano en general, especialista, profesional, funcionario, político, fiscal, juez, etc.) determinará, en función de indicadores preseleccionados y su posterior estudio, se diagnostique una situación crítica o una saludable al sector energético cualquiera se trate.



Hecha esta necesaria introducción, pasemos a conocer un cúmulo de desconocidas definiciones acerca de la energía, como para que el lector vaya elaborando la que mejor le sienta a sus intereses y derechos.
Fuente: Oetec.org

Comentarios

  1. La población no soporta más tarifazos, su implementación es de una injusticia absoluta. El sacrificio frente a esta crisis sólo lo soporta un sector de la sociedad y pone en riesgo la capacidad económica de las familias para acceder a bienes mínimos para una vida digna. Sólo sufren el ajuste las familias, las pequeñas empresas y las organizaciones comunitarias mientras las empresas del sector energético y del sector financiero siguen ganando miles de millones de pesos por año.

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    1. No solo eso. Tenemos un sistema energético, un mercado de alimentos y un mercado inmobiliario dolarizado o que establece los precios internos de acuerdo a los precios internacionales, mientras el ingreso familiar en pesos va detrás de la inflación y ya no alcanza para afrontar los constantes aumentos de los alquileres, los alimentos y los servicios públicos.
      Por esto la devaluación del tipo de cambio en vez de generar competitividad produce una inflación de los precios internos que ahoga la economía familiar y de las pequeñas y medianas empresas.
      Los aumentos en las tarifas proyectados incluso quedarán muy por encima de la inflación que el propio Gobierno estima en alrededor del 23% para el 2019.

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