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Paraísos de la historia.

En el interior de sus construcciones, que parecen detenidas en el tiempo, conviven mitos y leyendas junto a historias y tradiciones que atesoran con celo sus actuales pobladores. Son lugares de ensueño y muchas de ellas representan verdaderas reservas naturales preservadas por sus dueños.

Son los últimos vestigios del paraíso. Sus cascos están rodeados por arboledas de ensueño y más allá, hacia el horizonte, vastas extensiones de tierras, que se pierden a la distancia. En los alrededores el ganado pasta mansamente, las aves construyen sus nidos en las horquetas de los arboles, mientras los perros ladran al viento y los hombres de a caballo suelen llevar un pañuelo compadrito amarrado al cuello y una boina ladeada sobre las sienes. Las estancias suelen tener una desenfadada felicidad que las habita.

En otras épocas, gozaron de una enorme opulencia y aun hoy siguen siendo un remanso incrustadas en el corazón de las llanuras sembradas. Sus salones y galerías eran y son recorridas por la mas rancia aristocracia del país. La historia se ha dado cita en sus entrañas dispuesta a quedarse.

El pago de los arroyos, como se le dio en llamar a la región del litoral fluvial comprendida por el río Carcaraña, en la Provincia de Santa Fe, hasta el arroyo Las Hermanas, en la Provincia de Buenos Aires, es una rica extensión de tierras, a la vera del río Paraná. Aquí, la generación del ´80 logro establecer el modelo agro exportador que adquiriría el país y las estancias serian el mejor ejemplo de explotación agropecuario. Esta zona alberga algunas de las más antiguas y señoriales mansiones de la Argentina. Los colonizadores Hernando Arias de Saavedra y Juan de Garay en su marcha hacia el nordeste litoraleño se sorprendieron por la generosidad con que la naturaleza había dotado a estos parajes.

El partido de Ramallo tuvo su origen en 1863 a expensas de un grupo de estancieros que buscaron independencia de otros partidos de la región. Es en este lugar donde surge una de las primeras estancias. Actualmente se la conoce como General Laprida, fue escriturada en 1718 y su casona data de 1780. Este establecimiento, cuyo nombre original era Estancia de Olmos, fue adquirida por la familia Laprida a mediados del siglo diecinueve y aun hoy conserva su estructura colonial: Una casona de techos bajos, presidida por una sala de estar diario, con un lago comedor que desemboca en una antesala mas una extensa habitación en alto y otras distribuidas convenientemente. La cocina aledaña aun conserva el horno colonial. Existen dos baños de uso cotidiano, mas una galería en corredor, rodeada de un verde parque, con una arboleda circundante.

Cuenta, según su dueña, con pasadizos secretos que yacen bajo los pisos de la casa y que tendrían comunicación con el exterior. Las paredes interiores guardan, por su parte, preciados tesoros: escudos familiares, copia de una carta manuscrita del General San Martín dirigida a don Juan Manuel de Rosas, infinidad de retratos familiares, en los que se entrecruzan apellidos de prosapia, decretos originales t el mismísimo sello del Restaurador y otros múltiples tesoros de un valor incalculable para el patrimonio histórico del país. La casa, que en sus años de esplendor era visitada asiduamente por hombres de la talla de Lucio V. Mansilla y Justo José de Urquiza, entre otros, conserva, en patio adyacente, un pequeño templo consagrado a la virgen de Nuestra Señora de Luján.

Esta iglesia, levantada en 1919, es una de las pocas existentes en establecimientos de este estilo. Es pequeña y cuenta con un altar presidido por la imagen de la Virgen de Luján. En varias ocasiones esa imagen pretendió ser trasladada por sus moradores, pero el intento se fue aplazando porque cada vez que se planeaba un diluvio se abatía sobre el lugar.

Según Beba, la dueña de casa –una atildada mujer, de modales suaves y mirada lánguida y dulce -, en lo que es hoy la iglesia y sus alrededores, existió antiguamente un cementerio que albergo los cuerpos de militares caídos en la batalla de obligado. Alrededor de este cementerio nació y se hizo mito familiar la leyenda del soldado sin cabeza. Fue la propia Beba quien una tarde, mientras afilaba un cuchillo en la cocina de la estancia, vio, a través de una pequeña ventana, pasar corriendo a un soldado con un uniforme de color terracota, lo sorprendente es que el militar carecía de cabeza. Beba contuvo el aliento y evito emitir un alarido de espanto. Solo en contadas ocasiones la mujer suele narrar la historia de la aparición.
  
La estancia pertenece en la actualidad a Elsa "Beba" Ortiz de Rozas de Navarro Vela y sus hijos. La estancia Vista Alegre, perteneciente al mismo distrito de Ramallo, es una de las más señoriales de la región, pero a diferencia de la General Laprida, su construcción no presenta el estilo colonial clásico. Es un hermoso edificio que da de cara al río, con dos pisos superiores y un mirador en las alturas. En sus jardines, prolijamente mantenidos, abundan arboles y plantas, teniendo un lugar preferencial las palmeras, que se yerguen magnificas hacia el cielo. Esta estancia fue mandada a construir por Lázaro Gómez Rospigliozi, en el año 1860 y en la actualidad pertenece a Carlos Lacroze y su esposa Elda M. De Lacroze.

La estancia La Independencia es una casona construida a instancias del arquitecto don Luis Obligado Saavedra, hacia el año 1835. Allí paso su infancia el poeta Rafael Obligado, hijo de Don Luis y de María Ortiz Urien Basavilbaso, quien a su vez fuera nieta de don Domingo Basavilbaso, fundador del correo de Buenos Aires. Esta residencia de estilo colonial tiene en su parte baja una galería, con una habitación en los altos, esta rodeada de un coqueto parque de hermosos pinos y arboles de toda especie.

El misterio del castillo:

Sin duda, entre las estancias de la zona, es El Castillo la que sobresale por su tipo de construcción. Ubicada en el partido de Ramallo, es un sueño convertido en realidad por el poeta Rafael Obligado en honor a su esposa. El amor dilecto por su mujer, Isabel Gómez Langenheim, quien solía leer novelas del escritor escocés Walter Scott, de estilo romántico y ambientación gótica, lo impulso a dar forma a la residencia. Obligado, autor entre otras obras del poema gauchesco Santos Vega, mando a construir El Castillo en las barrancas del Paraná, en 1896. La construcción refiere al típico castillo europeo de tres pisos con ventanales ojivales. Consta de tres plantas, con 24 habitaciones y seis baños. Un gran hall preside la entrada, con tres juegos de escaleras hacia lo alto.

Las paredes exteriores del edificio están cercadas por enredaderas que le confieren un aire de misterio. Su edificación remonta a otros tiempos y desde el camino se logra divisar su figura gris oscura y atemporal, que remite a leyenda. La estancia El Castillo pertenece en la actualidad a la familia Obligado, descendientes directos del poeta. Pero la familia no es la única habitante del lugar, por los corredores y galerías suele transitar Toto, un fantasma que hace desaparecer objetos o que cierra puertas para luego abrirlas misteriosamente. La leyenda del fantasma data de 1930 y como todo castillo que se precie, el de Obligado cuenta con pasadizos secretos que comunican salas y habitaciones o que conducen hacia el exterior.

La estancia El Oratorio, de unas 5 mil hectáreas, fue construida por Manuel José de Guerrico (h), entre los años 1850 a 1860, a la vera del antiguo Camino Real y el arroyo Ramallo. Su casco se levanta en lo que fuera el oratorio privado del Presbítero Juan Gregorio Solla y es puesta bajo la invocación de la Virgen del Carmen. Esta equipada con todos los adelantos técnicos de la época: sistema de agua corriente, malacate y molinos combinados e iluminación a gas de acetileno. La edificación, de típico estilo italiano, se destaca por sus mármoles y balaustres y por el mirador que se instala sobre el techo mas alto. El padre de Manuel José, del mismo nombre, fue amigo personal de Juan Manuel de Rosas y uno de los hombres que financió la Campaña al Desierto de 1833.

A la muerte de Guerrico hijo, la estancia fue vendida a la familia Mutti, quienes la conservan en la actualidad.Estas estancias del Pago de los Arroyos, que se han citado a modo de ejemplo, no han adoptado la modalidad que se advierte en algunos establecimientos de los alrededores de Buenos Aires y del resto del país, la de abrir sus puertas al turismo, pero han visto mermadas sus extensiones de tierra a raíz de las reiteradas sucesiones familiares que terminaron achicando patrimonios.

El proyecto de un hombre de ley
El museo privado "Francisco Soto y Calvo", se encuentra en el altillo de una casa particular ubicada en la Villa de Ramallo. La historia surge de cada uno de los objetos recolectados con esfuerzo y dedicación a lo largo de los años por Luis María Comolli. Luis María es un hombre alto y robusto, de 35 años y de modales suaves, que logro rescatar reliquias tales como sables, balas de cañón y eslabones de cadenas de la batalla de obligado, fotografías y dibujos de residencias y de procrees; libros raros, como una antología de poemas de Rafael Obligado, que data de 1906 y editado por Librerías Rivadavia.

Se cuenta, entre los objetos del museo, con una litografía de Manuel Belgrado, un busto de Juan Manuel de Rosas, restos fósiles de megaterios y gliptodontes, crucifijos, piedras en las que los indios Querandíes trabajaban el cuero y otros muchos objetos que preserva con verdadera devoción. Este hombre joven ha recorrido, desde su adolescencia, diferentes lugares, comprando objetos antiguos o bien solicitando donaciones de sus antiguos propietarios y ha logrado construir un museo digno. Cuando Comolli logre juntar el dinero suficiente para mudarse a una vieja casona de propiedad familiar que esta siendo remozada, el museo "Francisco Soto Y Calvo" dejara de ser un sueño personal para convertirse en un patrimonio de todos

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