Reserva Nacional Laguna Brava, sitio único por su belleza agreste y el marco paisajístico de la Cordillera de los Andes.
Es un sitio único por su belleza agreste y un marco paisajístico ofrecido por la Cordillera de los Andes. Los cerros más impactantes en las cercanías de la laguna son el Veladero y los cerros Bonete Grande y Bonete Chico.
Se encuentra a 4200 msnm y es reserva de vicuñas (pueden verse en cantidad a escasos metros del camino) y recientemente ha sido nombrada Sitio Ramsar.
Es un humedal muy importante por su población estacional de flamencos rosados y su fondo de alta salinidad le confiere su característico color blanco. Es una laguna altoandina de origen volcánico de 17 km. de largo y 4 km. de ancho, de contorno fangoso y escasa profundidad, con bofedales y vegas asociadas y alimentada por ríos de deshielo y lluvias. Son 405.000 hectáreas protegidas.
El rasgo más característico es el cuerpo de agua que da el nombre al Parque, enclavado entre cerros cónicos, de pendientes suaves y bardas de paredes abruptas.
La laguna, de 1.700 hectáreas de superficie, es alimentada por dos arroyos temporarios de escaso caudal: el del Llano Blanco y el Pichi-Ñireco. La avifauna acuática, espectacular por su variedad y cantidad, conforma el primordial atractivo del Parque y tiene al cisne cuello negro como principal protagonista.
La multitud de aves que frecuenta la Laguna Brava incluye, además flamencos que nidifican en ella, patos, chorlos, playeros y macáes plateados.
El viaje hacia la Laguna Brava comienza en el pueblo de Vinchina a 330 kilómetros de la capital de La Rioja. La única calle que tiene el pueblo desemboca en un puente sobre el río Bermejo. A partir de allí, un camino de tierra que se puede transitar con autos comunes asciende por la Quebrada de La Troya.
El recorrido continúa hasta Alto Jague, último poblado que se atraviesa antes de ingresar en la inmensidad de la cordillera. A partir de Jague el camino continúa por la Quebrada Santo Domingo, a través de suaves lomadas que parecen recubiertas de un terciopelo azul, verde, violeta, marrón y anaranjado, debido a los minerales del suelo. Cada tanto, sobre las laderas desérticas, se puede ver la carrera grácil de los guanacos y vicuñas interrumpe la quietud de piedra en las alturas.
La cuesta siguiente es la "Quebrada del Peñón". A la orilla de la ruta hay curiosos refugios de forma circular con paredes de piedra y argamasa (mezcla de cal y tierra). Las construcciones miden cinco metros de diámetro por tres y medio de alto, y su arquitectura es similar a la de un iglú, terminando en una cúpula. Se trata de los trece refugios levantados en la zona entre 1864 y 1873 para albergar a los arrieros que conducían ganado a Chile.
El ascenso continúa hasta los cuatro mil metros de altura. Finalmente se abandona el camino principal para avanzar por una huella de ripio sobre las lomadas. Al acercarse al centro del valle aparece la imagen de una laguna ovalada con majestuosos picos a su alrededor (el Veladero, el Bonete Chico y el Pissis --el segundo más alto de América, con 6.882 m.s.n.m—).
A lo lejos se alcanzan a ver los restos de un avión abandonado que realizó un aterrizaje de emergencia en los años cincuenta.
La serenidad inmóvil del ambiente se rompe cuando un centenar de flamencos rosados extiende sus alas y levanta vuelo al unísono. Frente a esta imagen, la sensación es la de haber llegado para interrumpir la calma absoluta del reino de la soledad, ese descomunal valle multicolor donde las montañas adquieren extraños tintes de azul, naranja, verde, violeta y marrón.
Se encuentra a 4200 msnm y es reserva de vicuñas (pueden verse en cantidad a escasos metros del camino) y recientemente ha sido nombrada Sitio Ramsar.
Es un humedal muy importante por su población estacional de flamencos rosados y su fondo de alta salinidad le confiere su característico color blanco. Es una laguna altoandina de origen volcánico de 17 km. de largo y 4 km. de ancho, de contorno fangoso y escasa profundidad, con bofedales y vegas asociadas y alimentada por ríos de deshielo y lluvias. Son 405.000 hectáreas protegidas.
El rasgo más característico es el cuerpo de agua que da el nombre al Parque, enclavado entre cerros cónicos, de pendientes suaves y bardas de paredes abruptas.
La laguna, de 1.700 hectáreas de superficie, es alimentada por dos arroyos temporarios de escaso caudal: el del Llano Blanco y el Pichi-Ñireco. La avifauna acuática, espectacular por su variedad y cantidad, conforma el primordial atractivo del Parque y tiene al cisne cuello negro como principal protagonista.
La multitud de aves que frecuenta la Laguna Brava incluye, además flamencos que nidifican en ella, patos, chorlos, playeros y macáes plateados.
El viaje hacia la Laguna Brava comienza en el pueblo de Vinchina a 330 kilómetros de la capital de La Rioja. La única calle que tiene el pueblo desemboca en un puente sobre el río Bermejo. A partir de allí, un camino de tierra que se puede transitar con autos comunes asciende por la Quebrada de La Troya.
El recorrido continúa hasta Alto Jague, último poblado que se atraviesa antes de ingresar en la inmensidad de la cordillera. A partir de Jague el camino continúa por la Quebrada Santo Domingo, a través de suaves lomadas que parecen recubiertas de un terciopelo azul, verde, violeta, marrón y anaranjado, debido a los minerales del suelo. Cada tanto, sobre las laderas desérticas, se puede ver la carrera grácil de los guanacos y vicuñas interrumpe la quietud de piedra en las alturas.
La cuesta siguiente es la "Quebrada del Peñón". A la orilla de la ruta hay curiosos refugios de forma circular con paredes de piedra y argamasa (mezcla de cal y tierra). Las construcciones miden cinco metros de diámetro por tres y medio de alto, y su arquitectura es similar a la de un iglú, terminando en una cúpula. Se trata de los trece refugios levantados en la zona entre 1864 y 1873 para albergar a los arrieros que conducían ganado a Chile.
El ascenso continúa hasta los cuatro mil metros de altura. Finalmente se abandona el camino principal para avanzar por una huella de ripio sobre las lomadas. Al acercarse al centro del valle aparece la imagen de una laguna ovalada con majestuosos picos a su alrededor (el Veladero, el Bonete Chico y el Pissis --el segundo más alto de América, con 6.882 m.s.n.m—).
A lo lejos se alcanzan a ver los restos de un avión abandonado que realizó un aterrizaje de emergencia en los años cincuenta.
La serenidad inmóvil del ambiente se rompe cuando un centenar de flamencos rosados extiende sus alas y levanta vuelo al unísono. Frente a esta imagen, la sensación es la de haber llegado para interrumpir la calma absoluta del reino de la soledad, ese descomunal valle multicolor donde las montañas adquieren extraños tintes de azul, naranja, verde, violeta y marrón.
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